domingo, 22 de abril de 2012

[Mis señales favoritas] 19 de septiembre: El día oscense de pintar

Me veo obligado a retomar una de mis secciones favoritas tras recibir esta instantánea (gracias, Á.) de la que agradecería explicación, si es es que alguien puede darla.

Fue tomada la noche del 19 al 20 de septiembre de 2009 en Huesca. Concretamente, en la Plaza de los Fueros de Aragón.


No sé si es más impresionante el contenido del rótulo en sí o la relación de dicho contenido con la señal propiamente dicha. Los pelos como escarpias.

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Actualización 23/04/2012 

Gracias a Gemma Allué, ya tenemos la explicación :-)

jueves, 19 de abril de 2012

Ultramarinos La Confianza (Huesca)

Que, reconocimientos mediáticos al margen, "Ultramarinos la Confianza" es por méritos propios uno de los encantos turísticos más imprescindibles de la ciudad, creo que nadie lo duda. Basta ver el escaparate que montaron con motivo de la Semana Santa Oscense para darse cuenta de que Ultramarinos La Confianza es un lugar especial.



Bravo.

sábado, 14 de abril de 2012

Apañero


[J] - ¿Quieres jugar con nosotros a la Primitiva? Son  200 pesetas...
[A] - Llevo 200 pesetas. Puedo jugar a la primitiva o tomarme otra cerveza...
[Pausa]
[A]-  Ponme otra jarra

Y tocó. No hizo millonario a nadie pero las cuatro perras que tocaron fueron suficientes para grabar a fuego la anécdota y esbozar una sonrisa siempre que sale a colación. 

A. tenía imán para que, apenas un par de segundos después del salto inicial, el balón cayera en sus manos. Tras una parada en un tiempo de manual veía el lanzamiento de tres desde la diagonal con un estilo tan inconfundible como impredecible era el resultado que podía ir desde una agradable caricia a la red del cesto a una auténtica pedrada contra el tablero. "Ya ha hecho la cruz en el suelo para tirar desde ahí el resto del partido", comentaba algún compañero desde el banquillo en el primer caso, aludiendo al buen número de dioptrías con las que el Apañero salía a la cancha sin gafas ni lentillas (años después se operó de la vista y le supuso un buena temporada de adaptación...)

Tan capaz de hacer una genial entrada a canasta parapetándose con su corpachón de cuantos rivales salieran a su paso, como de cortar un contrataque rival con una entrada futbolera a ras de suelo y con los pies por delante, sus acciones siempre tuvieron cierta bula entre sus compañeros e incluso entre sus rivales. No era extraño escuchar una ovación entre risas desde el banquillo tras un pase enviado contra las espalderas del fondo de la pista, o que un jugador contrario aceptara de buena gana las disculpas en forma de brazo sobre el hombro tras un manotazo que propinado por algún otro hubiera supuesto una respuesta más airada.

Tan callado como excesivamente generoso y de buen conformar, se adaptaba con un escueto "bien" a cualquier actividad que se le propusiera: acuático en los barrancos, lanzado haciendo esquí de fondo, cantarín en el karaoke (qué interpretación, aspiración incluida la de "Mi agüita amarilla" en Salou) o voraz y temerario en esas interminables partidas de parchís que teníamos que interrumpir a veces por los ataques de risa que nos provocaba alguno de sus socarrones comentarios.

Todavía le veo acompañando cansinamente su carpeta por Huesca, sacando una longaniza en el monte como quien saca una barrita energética, o agachado apoyado sobre sus muslos cuando su corazón se agitaba jugando a baloncesto. 

Todavía, Apañero, no me creo que te nos hayas escapado y por eso la próxima vez que coincida una derrota del Madrid con los triunfos del Zaragoza y el Barcelona pensaré que tienes tres aciertos en la quiniela.

miércoles, 4 de enero de 2012